martes, 23 de noviembre de 2010

Presentándome con dos palabras sobre la "condenada" partícula

Hola a todos.

Los colegas a los que José Enrique se refería existen (yo soy uno de ellos) y, efectivamente, hemos discutido (amigablemente, por supuesto) sobre la necesidad de que los profesionales de la Ciencia nos involucremos en las labores de divulgación y promoción de la Ciencia. Existen, desde luego, muy buenos profesionales dedicados específicamente a la divulgación pero, como bien señalaba José Enrique en el "post" con el que abría este blog, toda ayuda es poca para que nuestra muy tecnológica sociedad sea también una sociedad culta en Ciencia, y también crítica con ella. De las muchas razones a las que podría acudir para justificar la decisión de abordar esta tarea, voy a indicar únicamente una: la mayor parte de la comunidad científica, así como la ciencia que realizamos, está financiada con dinero público a través de diversos programas regionales, nacionales o internacionales de desarrollo científico; los científicos correspondemos a la sociedad con la Ciencia que producimos, con la formación de sus tecnólogos y contribuyendo así a la tecnología que mejora nuestra calidad de vida. No obstante, la Ciencia tiene que llegar, también y en la medida de lo posible, a toda la sociedad. Los científicos tenemos que abandonar, aunque sea por un rato, nuestra "torre de marfil" y explicar al gran público qué hacemos con el dinero de sus impuestos y por qué nosotros, y nuestra Ciencia, somos útiles a la sociedad. Este blog constituye nuestro pequeño granito de arena a esa tarea.

Y no quiero terminar esta pequeña presentación sin dedicar dos palabras a un tema del que se ha hablado mucho en los últimos tiempos, y del que con toda seguridad se hablará en el futuro próximo: el bosón de Higgs, también vulgarmente denominado la partícula de Dios. La razón de haber elegido este tema para rematar esta presentación es que, para el gran público, la "caza" del bosón de Higgs es la principal motivación de la construcción del LHC ("Large Hadron Collider" o gran colisionador de hadrones) en el CERN ("Centre Europeene pour la Recherche Nucleaire"), en Ginebra. Ya volveremos más adelante, con toda seguridad, sobre LHC o sobre el CERN pero, en este caso, me interesa hacer énfasis en que LHC es un gigantesco experimento que habrá podido realizarse únicamente gracias a la iniciativa cooperativa de un gran número de países, con dinero público, en un emblemático centro de investigación internacional, una de las grandes joyas de la Ciencia europea, y que tiene como objeto arrojar luz sobre algunas cuestiones profundas relacionadas fundamentalmente con la Física de Partículas Elementales y la Cosmología. Esa luz debe llegar a la sociedad. En particular, como decía, el gran público ha oído hablar de la búsqueda del bosón de Higgs, de la mal llamada partícula de Dios. De hecho, esta denominación es fruto de una confusión, precisamente, en la transmisión del conocimiento a la sociedad (segunda razón para hacer este comentario). Leon Lederman quiso referirse al bosón de Higgs, divulgando sobre él, como "the goddamn particle" o "la condenada partícula", por sus propiedades y su papel crucial para el Modelo Estándar de la Física de Partículas, pero su editor decidió que no era una buena manera de denominarla. De ese modo, "the goddamn particle" pasó a ser conocida como "the God particle" o "la partícula de Dios". Probablemente volveremos también sobre el bosón de Higgs más adelante, ahora simplemente señalaré que los físicos de partículas, desde hace medio siglo, explicamos las interacciones fundamentales entre partículas elementales a partir de una teoría cuántica de campos basada en ciertas simetrías. El problema es que esas simetrías son, al tiempo, necesarias pero no nos permitirían entender por qué las fuerzas Nucleares no se manifiestan más allá del interior del núcleo atómico. El bosón de Higgs es la pieza básica de un mecanismo que permite romper esas simetrías, sin que la teoría pierda ninguna propiedad fundamental: el mecanismo de Higgs.

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